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Cada día los chicos en el campamento recibían una tarjeta con un versículo bíblico que debían aprender. Un día, cuando Dorcas tomó su tarjeta, tuvo una idea.
Cuando volvió a su casa, después del campamento, le pidió a su padre que le hiciera copias de todas las tarjetas con los versículos bíblicos para compartirlas con sus amigos en la escuela.
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